Carta al director del periódico (Mala educación)

Querido amigo. Ayer, sobre las 12 del mediodía, me senté en un banco en el parque de San Francisco para leer la prensa y parte de una novela del oeste. Frente a donde yo estaba, y sentados en otro banco, había una pareja -chico y chica.-, como de unos quince años.

(Nunca se me olvida lo que siendo aún muy niño leí -no sé en qué- la contestación que dio un muchachito a un inspector, cuando este, en visita oficial a una escuela, le hizo la siguiente pregunta: "Vamos a ver, el hombre a qué reino pertenece, al animal, al vegetal o al mineral. El pequeño se quedó pensativo durante breves instantes, contestando a continuación. "Pertenece al Reino de Dios". ¡Bravo por el  chaval! y por la fuente donde manó tanta finura!)

Volvamos al parque. Los chicos no estaban sentados como Dios manda -no quiero que se me incrimine de partidista-, ni como mandan las buenas costumbres, ni como manda el más elemental principio de respeto a los demás; sus traseros se asentaban en la parte superior del  asiento, y los pies -al igual que los primeros-, donde no debían de estar.

Yo me dije: cuando se marchen limpiarán la base del banco; “que si quieres arroz, Catalina”. Se fueron y de limpiar, nada.

El incidente no tiene importancia, quedando solo reducido a la reflexión dolorosa de que hay tantos niños y adolescentes que están destruyendo -sin los pobrecillos darse cuenta de ello- algo tan puro, noble y hermoso, como es la esperanza que el futuro tiene puesto en ellos para la consecución de un mundo mejor. Un mundo donde el amor, la comprensión y la convivencia pacífica sean norte y guía de futuras generaciones.

Los jóvenes son generosos por naturaleza, y es la experiencia y el mal  ¡cuantas veces hace presa en ellos! al no encontrar resistencia por parte de aquellos que están obligados a defenderlos, encauzando sus jóvenes vidas por los caminos de la verdad, de la justicia, y del orden; limitándonos, las más de las veces -echándonos las manos a la cabeza- a escandalizarnos.

Parte de la juventud está muy mal: drogas, pornografía, desobediencia, indolencia. Siendo algunos de vosotros padres; siendo alguno de vosotros educadores, y siendo una parte de la sociedad, los que con vuestra indiferencia estáis dando el visto bueno al virus que está segando tantas vidas en flor...

Un cordial saludo
Firmado:
Carlos Martínez

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